El juego
es una actividad de Tiempo libre que se caracteriza principalmente por su
naturaleza innata. El animal instintivamente ve en el juego una opción vital
para desarrollarse y alcanzar las habilidades necesarias para enfrentarse a su
entorno, un entorno competitivo compuesto por ganadores y perdedores. De ahí
que otro rasgo fundamental del juego es que siempre habrá en su desarrollo
ganadores o perdedores, pudiendo ser todos ganadores o todos perdedores.
Para
entender que el juego es innato podemos tomar como ejemplo al cachorro de león
que instintivamente juega con su hermano peleándose los dos, sin que se hagan
daño. Mediante el juego el animal se fortalece y desarrolla sus habilidades
para sobrevivir una vez se convierta en adulto.
El ser
humano en su desarrollo también utiliza el juego de forma innata, una actividad
intensificada debido a su intelecto: el juego ya no solo potencia el aspecto
físico o instintivo, sino toda la profundidad de la racionalidad.
En Tiempo libre nos valemos de esta actividad para la misma función que cuando es
innata, solo que el monitor es capaz de determinar con mayor precisión qué
necesidades tiene el participante, y qué juegos son los más idóneos para
potenciarlas, incluyendo, como en toda actividad, una introducción y una
evaluación para entender y asimilar mejor su aporte.

El origen de la palabra lo encontramos en “iocum”, del latín, “broma o diversión”. Pero tal y como hemos empezado explicando, no es una diversión por diversión, ni una actividad vacía sino que responde a las necesidades del individuo. El juego permite un desarrollo en la observación de la realidad presentada, a partir de la curiosidad y del interés mostrado durante la acción del juego, una acción que se manipula y experimenta, aportando una gran cantidad de valores y aportes al desarrollo del individuo.